mascarada

Kate Moss, Padilla, Ben Johnson y...
01-08-2006
Alejandro Delmás
Kate Moss. Top Model de Calvin Klein, Dior, Burberry y compañía. La rubia tentación de Vanity Fair, Johnny Depp (por favor, no pongáis deep) y, últimamente, la amada del Niño Caos, el Babyshamble Pete Doherty, al que Moss llama "cielo". "Vienes en mi jodida sangre", es el letrero que Doherty, drogadicto convicto y confeso, tiene pintado en rojo en su apartamento de Londres. "Lo escribí por Kate", dice Doherty. "Es lo más bonito que me han dicho en mi vida", siente Moss: que fue fotografiada y expuesta por cierto tabloide inglés cuando cortaba, consumía y distribuía cocaína. Pero sólo los suecos de H&M cortaron relaciones comerciales con Moss. Muchos más la arroparon. El magacín Vanity Fair revela que "el caché de Moss se ha disparado tras el escándalo". El show debe continuar. Y continúa.
Ben. Benjamin Sinclair Johnson. Pillado en Seúl 1988: estanozolol. Frase definitiva de Carl Lewis, que casi siempre perdía con Johnson y al que EE UU tapó positivos de libro: "Sólo se pilla a los estúpidos". Sabino Padilla: médico del Athletic, de Induráin y de esos fonderos. Y a muerte con Gurpegi. ¿Lleva razón Lewis? Mascarada.
¿Qué se puede decir? Efectivamente, mascarada. Estando con unos colegas en Luchon, en mitad de los Pirineos, para ver una etapa del Tour de hace, creo yo, cuatro años, se nos acercó un grupo de seguidores vascos a charlar con nosotros y preguntarnos cómo iba la etapa, pues habíamos conseguido sintonizar, a duras penas, la Cope o la SER, ahora no lo recuerdo. Escapado un ciclista de Euskaltel. Sonríen. Y, ante nuestras miradas inquisitivas, uno de ellos responde: "funcionan bien, las tabletas del doctor Padilla". Vox pupuli. Lewis tenía razón, si haces trampa, que no te pillen, pero cuando te cogen lo mejor es admitirlo y no defender que tu cuerpo produce de forma natural diez veces más testosterona que cualquier ser humano, que seguro que aquello es de un jarabe de tu hijo que tomaste una vez para un resfriado o que aquel producto era para la moto pero al final te lo tomaste tú por error. El deporte no está limpio; ¿cómo se puede explicar que el ganador de una importantísima carrera ciclista dé positivo y el segundo no reivindique inmediatamente el triunfo como suyo? A mí me da igual que el ganador de la etapa reina del Tour haga 25 km/h de media y el segundo 24,9 en lugar de 45 km/h y 44,9; lo que quiero es que estén limpios. Hay que perseguir el dopaje de forma dura y contundente, porque si no los deportistas acaban convirtiéndose en algo más siniestro, en auténticos monos de feria al servicio de un espectáculo que no sería nada sin ellos y que, sin embargo, les empuja a autodestruirse. Quien esté limpio, que tire la primera piedra (a dar, si es posible). Lástima que sean más los que crean que esa piedra va contra su propio tejado.
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