
El clásico de ayer no pudo dar más de sí, aunque a fin de cuentas deja las cosas donde estaban, o quizá algo peor para ambos. Peor para el Madrid, porque se veía a dos puntos del Barça y con el gol aberage a favor, metiéndose de nuevo en la lucha por la Liga, y al final se queda a cinco de los azulgranas y del liderato. Peor para el Barcelona, pues estuvo a merced del rival en la segunda parte y ve que su equipo se va diluyendo poco a poco, con un Deco desaparecido y una defensa que hace aguas casi permanentemente, aunque después de la derrota del Sevilla en Tarragona retoma el liderato. Eso sí, la pegada que tiene le va salvando de resultados peores, pero así era el Madrid galáctico del inicio del derrumbe. Sobresalientes Messi, Van Nistelrooy, Casillas y Valdés. Guti estuvo bien, pero dio la impresión de que se borraba del partido cuando el Madrid marcó el 2-3.
Lo mejor, en fin, fue el partidazo de fútbol que se vio, con idas y venidas, goles, polémica, ocasiones, destellos de cracks y todo ello bajo un claro signo de respeto mutuo. Respeto que no tuvo, como viene siendo habitual, el presidente del Barcelona, Joan Laporta, que llegó a la reanudación del partido tarde, dejando solo al presidente blanco, Ramón Calderón, y a las demás autoridades del palco, incluidos el President de la Generalitat y el alcalde de Barcelona. Ya lo decía Núñez: "El Barcelona es un gran club que ha prestado su nombre a la ciudad".